Ya les conté mil veces sobre mi pasión por el mundo de los perfumes. Y cuando nos apasiona algo y soñamos con ello, el conocer personas que comparten esa pasión hace que ese sueño se haga un poco realidad. Algo así me sucedió cuando conocí a Leandro Damario quien, con apenas 30 años, ya es un experto en fragancias trabajando para marcas de lujo, como Guerlain.
Les invito a leer esta charla que tuvimos en el último Patio Beauty Week. Cuenta un poco de su historia, su formación, las figuras internacionales con las que trabajó y cómo es trabajar de intérprete de la magia de los perfumes. Él mismo se define un "sommelier de fragancias", vean por qué.
No es muy común encontrar personas jóvenes en el mundo de las fragancias. ¿Cómo fue tu recorrido profesional hasta hoy? Tengo formación a nivel cosmetología, maquillaje y fragancias. Me capacité en París y trabajé para marcas del mismo grupo al cual pertenece Guerlain. Ahí fue donde aprendí todo sobre lo que es la creación de perfumes. No soy perfumista, pero trato de copiar ese misticismo y esa magia que los perfumistas tienen en su experiencia, que son muy pocos en el mundo. Hay menos de 100. Trato de crear conciencia de lo que es la creación de un perfume.
Lo que hago no tiene una denominación universitaria. Se podría comparar a la diferencia entre un enólogo y un sommelier. El sommelier es aquel que ayuda a degustar el vino y el enólogo es el que crea el vino. Yo sería un sommelier, aquel que ayuda a probar y a transmitir el aroma que hicieron los creadores de las fragancias.
Serías un intérprete…
Sí, el que pone en palabras cotidianas la creación del perfumista, que es onírica. Siempre detrás de un perfume hay historias, hay cuentos, hay magia. Pero hoy, donde todo está a un click, todo es inmediato e instantáneo, cuesta mucho tratar de hacer entender que las fragancias tienen tiempos, tienen evoluciones, tienen desarrollos. Por eso tratamos con las marcas, y sobre todo con Guerlain, que trabaja mucho la experiencia del perfume, poder hacer vivenciar un aroma. No sólo percibirlo, sino también vivenciarlo. Hay distintos trabajos, donde la gente cierra sus ojos, hacemos percibir elementos naturales, ver qué sienten. Y ver cómo, ante un mismo aroma, las personas tienen diferentes interpretaciones o recreaciones, positivas o negativas.
¿Lo hacés también para investigación de mercado o es sólo apuntando a lo experiencial con los clientes?
Es totalmente experiencial, experimentarlo y ver qué te sugiere. A mí, por ejemplo el tilo es un aroma, que me lleva a mi niñez. Yo nací en una ciudad en que los tilos estaban en todas las calles, en La Plata. Yo cada vez que huelo tilo, vuelvo a mi infancia, a mi mamá trayéndome el desayuno a mi cama. Vuelvo a revivir un montón de experiencias que por ahí otra persona, al oler un tilo, no lo recibe bien. Otro ejemplo es el café. Hay gente que le trae malos recuerdos: la mañana, levantarse temprano para ir al colegio, regañar con mamá. En mi caso el café es un buen día, es el desayuno del domingo, es la familia unida en la mesa para desayunar. Por eso, cada uno representa un aroma y lo materializa en una expresión o un sentimiento de una manera diferente. Por eso hay tanta variedad y tantas mujeres como aromas.
¿Y cómo hacés para ir guiando a una persona que busca una fragancia?
Son algunas preguntas las que se pueden hacer. Yo trato siempre de no vincular la asesoría, la recomendación, con un perfume anterior. Hay mujeres que te dicen “yo usé tal marca”. Pero lo que a mí me interesa saber es qué le aportaba ese perfume a esa persona. Te puede decir “con ese perfume me sentía energética, sexy, dinámica” y tomo esas sensaciones para poder mostrarle otras firmas olfativas. Por ejemplo, hoy la mayoría de los perfumes tiene jazmín, pero son todos muy diferentes entre sí. Por eso no hablo de notas o de ingredientes. Hablo del espíritu, hablo de sueños.
Lo más importante a la hora de recomendar es hacer soñar. Y es lo que más cuesta hoy. La gente quiere un perfume para noche, un perfume para día, un perfume que dure. Algo funcional. Trato de no hacerlo tan racional. Después, cada uno hace su propia vivencia con el aroma y lo hace propio o no. Yo sólo soy un comunicador y un canal por el cual trato de resumir las creaciones de Guerlain y transmitirlas a la persona. Pero eso es un trabajo que se hace con la persona. Es un trabajo muy lindo, cuando la persona te cuenta sus fantasías, sus miedos, sus gustos, sus carencias, sus deseos.
Tu profesión tiene un poco de psicología...
Así es. Trabajar la psicología desde el aroma. El olfato es para nosotros un sentido muy primario. Nuestro sistema de registro aromático no ha evolucionado desde que éramos casi animales. Por eso es muy importante mantenerlo estimulado. Tratamos de que la gente pruebe aromas nuevos, que no se quede con sus aromas clásicos ni con los aromas comerciales. Tratar de que siempre estén en constante elección de aromas diferentes.
¿Ves que a la gente le cuesta entender a dónde querés llegar con las preguntas?
Al principio sí. Una persona llega a una perfumería a comprar un perfume y espera que le digan: “ésto tiene anís, tiene manzana y tiene jazmín”. Y yo voy por otro lugar. Cuando sienten que las preguntas que hago van a fin de encontrar su personalidad y su identidad, se abren y se hace mucho más ameno y más simple. Además, Guerlain es una de las marcas donde tratamos de volver al perfume un arte de contemplación. Que la gente pueda mirar un frasco, pueda "observar" el aroma. Suena raro decir “observar el aroma” pero implica representar todos los sentidos. Que nazca, desde el aroma, todo lo que sea representaciones sensoriales: imágenes, sabores, recuerdos.
Una experiencia artística completa...
Así es. Volver al perfume lo que fue para Jean Paul Guerlain y la familia Guerlain desde el 1800. Un saber hacer y una revolución en el mundo del perfume. Sin duda la casa del perfume y, sobre todo, del perfume francés.
Un sueño cumplido
¿Cuánto tiempo te capacitaste en Francia?
Yo estuve yendo y viniendo 5 años. Comencé en ésto desde que tengo 18, voy a cumplir 30 así que ya van 12 años que estoy trabajando con los aromas. Los aromas me sedujeron.
Saliste del secundario ya sabiendo que ésto era lo tuyo...
Sí. Empecé con maquillaje, trabajando en MAC donde fuí gerente de entrenamiento a los 18. Cuando la marca recién llegaba al país. Luego trabajé para Coty, una empresa que también tiene mucho que ver con los perfumes. François Coty, gran creador de fragancias. Después trabajé 5 años para Dior. Fuí gerente de entrenamiento para América Latina y trabajé en un equipo donde éramos sólo 11 en el mundo. También trabajé en el Festival de Cine en Cannes y en el de Marruecos.
¿Y qué recordás de los años que viviste en París?
Conocí a François Demachy, el perfumista oficial de Dior. Y como a él, otras grandes personas que llenan el alma. También trabajé con John Galliano. Gente que, para mí como joven, eran referentes. Y ves que las cosas se cumplen y que esa gente es como uno la imaginó. Que François Demachy es todavía aún mucho más mágico que lo que uno puede percibir en una publicidad o en las palabras con las que él describe su creación. Yo me siento halagado, con mi corta experiencia y mi nacionalidad, por haber sido parte de ese mundo. Es magia. Sin eso, nuestros productos carecen de alma, de espíritu. Sólo nos gusta lo que nos hace soñar. Yo trato de soñar. Ese es mi desafío, siempre.
¡Muchas gracias, Leandro!
Esta charla fue emocionante y mágica para mí, casi como escuchar un cuento de hadas hecho realidad.
Si quieren conocer su trabajo como maquillador y saber un poco más de su historia, pueden seguir leyendo AQUÍ.